Inmersos en el mes de junio, tenemos al fin unas condiciones climáticas favorables para el desarrollo del cultivo de la viña; con una buena reserva hídrica, ambiente templado, más bien seco y con buena luminosidad, que nos indica la proximidad del verano. Las irregularidades provocadas en el cultivo por las condiciones climáticas adversas de meses anteriores, se empiezan a corregir, presentando la mayoría de las bayas un tamaño guisante, con crecimiento de brotes laterales, por lo que se deben continuar los tratamientos fitosanitarios y foliares antes del cierre del racimo,
segar las cubiertas vegetales para evitar la competencia por el agua, continuar con la formación de viñedos jóvenes, etc… En general, no hay que descuidar la protección sanitaria del viñedo, cuyo objetivo es la producción de uva de alta calidad, siendo la prevención la mejor herramienta para evitar daños mayores y mantener el óptimo estado sanitario.
Siempre mediante una protección integrada adecuada, utilizando al máximo los recursos y los mecanismos de producción naturales, que aseguran a largo plazo un viñedo sostenible.
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