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Tacoronte Acentejo

El pasado viernes 15 de junio la Fundación Canaria La Alhóndiga organizó un taller formativo sobre el impacto del cambio climático en la viticultura de Canarias. Asistieron como ponentes Vicente Sotés Ruiz (Catedrático de Viticultura en la Universidad Politécnica de Madrid), Tomás Mesa Guanche (enólogo de la bodega El Grifo, Lanzarote) y Manuel Rodríguez Jiménez (Consejo Regulador de la Denominación de Origen Abona).
De sus interesantes conferencias y el debate que se mantuvo durante la jornada, me he quedado con algunas conclusiones:
1.    El impacto del cambio climático en Canarias es y será severo, además de diferente del continente europeo. Nuestro emplazamiento africano, al lado de uno de los mayores desiertos del mundo, condiciona estas particularidades.
2.  Por ende, deberíamos preocuparnos por contar con la información necesaria para documentar este impacto. Y para ello hace falta mucho más que una serie temporal con datos sobre la concentración de CO2 en Izaña.
3.  Canarias, siendo pequeña, es de muy elevada complejidad interna. Los micro-climas obligan a una visión territorializada del cambio climático a escala local. Se observan grandes diferencias; entre islas, entre vertientes y entre pisos altitudinales.
4.   Dada esta complejidad, la evaluación del impacto en la viticultura debe contar una densa malla de puntos de medición de indicadores básicos (temperaturas, lluvia, vientos, suelo, etc.). Parece que datos, aunque insuficientes, los hay, pero hará falta «ponerlos a trabajar» para extraer conclusiones. Un trabajo que, al parecer, no está hecho.
5.    Los ponentes advirtieron que deberíamos saber más sobre nuestras variedades de viña y su potencial productivo en el contexto del cambio climático. Sorprende que a estas alturas –el cambio climático lleva décadas debatiéndose– no sepamos más sobre este tema. Se apunta que nuestro problema no será tanto el exceso de calor como la falta de frío.
6.  El cambio climático no afecta solo a las cantidades producidas, también incide en la tipicidad de los vinos. Los vinos serán distintos. Habrá dificultades para conseguir más color y acidez. La variabilidad aumentará (aun) más, tanto la cuantitativa como la cualitativa.
7.  El nivel de incertidumbre, en un tema tan complejo como el cambio climático y su impacto local, es elevado. Y en contextos de incertidumbre conviene optar por sistemas de alta plasticidad, capaces de adaptarse a nuevas circunstancias e imprevistos. Esta flexibilidad se genera por acción humana; no es automática ni natural, es viticultura.
D.G.

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