A veces da envidia ver cómo tus competidores –si vino y cerveza se consideran como tales– son capaces de transformar las fortalezas tuyas en innovaciones suyas. En este sentido, la publicidad lanzada para promocionar las cervezas envejecidas en barrica es una muestra de cómo se puede lograr una cuidada mezcla entre imágenes más típicas de las bodegas (toneleros manejando barricas de roble) y un público joven con la impresión (posiblemente errónea) de estar «rompiendo las reglas». Es un buen ejemplo de cómo crear un puente entre lo viejo y lo nuevo; para la cerveza la barrica supone «romper la regla» del depósito de acero inoxidable y convertir algo antiguo en nuevo, porque para los nuevos (jóvenes) lo antiguo (envejecer el producto) lo es. Como los jóvenes acudiendo a conciertos de Rafael (para no hablar de los hípster y sus tirantes). ¿Y cuáles son los puentes inter-temporales que ofrece el vino a este tipo de público? ¿Qué hacer para que nuestras barricas también parezcan nuevas?
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