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Tacoronte Acentejo


Con el sector del vino tinerfeño imbuido en disputas cortoplacistas y fratricidas, a lo mejor cuesta centrar la atención, aunque sólo sea momentáneamente, en horizontes más amplios. Pero también conviene, si uno no quiere perder la perspectiva. Tanto debate sobre los vinos a veces nos impide ver el viñedo.
Y es el viñedo el talón de Aquiles del sector vitivinícola de Canarias. Es el eslabón más débil de la cadena de valor que finalmente nos pone una botella de vino en nuestra mesa. Es vulnerable ante los vaivenes meteorológicos, fragmentado en múltiples micro-parcelas, sin grandes capitales que lo soporten, y se apoya en el trabajo voluntario más que en criterios empresariales. Casi un milagro que sigamos contando con su presencia hoy día.
Por lo poco que nos ocupamos del viñedo parecemos revelar que no nos pre-ocupa. Sería un grave error, porque la principal utilidad del sector para la sociedad tinerfeña no está en sus vinos, está en el viñedo. No sólo porque sin viñedo no hay vino, cosa obvia pero vinocéntrica, también por otras razones de peso.
Una es la medioambiental. Los beneficios medioambientales del viñedo son indudables. Un cultivo adaptado a la orografía y edafología insular –con sus fuertes pendientes y reducidos aportes de agua– capaz de mantener el suelo y evitar su erosión y desertización. Un cultivo resiliente ante la microescala, con múltiples sistemas de cultivo en cada una de las comarcas y una gran riqueza varietal. Un cultivo que genera valor paisajístico que deleita a propios y visitantes más allá de loros y orcas. Un cultivo que absorbe CO2 donde otros lo emiten. Aportar algo a la sostenibilidad medioambiental de nuestra sociedad cotiza al alza en los tiempos que corren; pongamos en valor la contribución del viñedo.
Otra razón es la social. La viticultura da trabajo y genera ingresos complementarios en las familias. Particularmente en las medianías, con un tejido social ahora castigado por la crisis, las familias cuentan en el viñedo con un aliado para la dispersión de riesgos ante los vaivenes de la coyuntura económica. Sin su trabajo los vinos“nuestros” (suyos) no serían posibles.
¡No nos olvidemos del viñedo! Bodegueros incluido…
D.G.

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